En el
escondite
que está
debajo de
la cubierta
que cubre
la imagen
real,
guardo un
guijarro del corazón,
una manopla
donde están las caricias,
un frasco con
una lágrima,
una manta de
piel llena de besos
y un arlequín
de risas.
Dejé la llave
guardada
en el
bolsillo del traje
que un día
estrenaré.
Ese que
guardo
para la
mañana que
el aire me
huela nuevo,
la sonrisa no
sea pintada
y los ojos brillen.
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