A solo dos palmos
de la comisura de tus labios
y el tiempo y la distancia
se vuelven remolino eterno
que me aleja cada vez más.
Las guirnaldas de lluvia
colgadas en las pestañas
de los ojos vacíos,
interrumpen el paso
de la luz que
desprenden
los soles colgados en mi espalda.
A dos palmos de algo y sigo con la nada…
ese nunca llegar a donde se quiere llegar.
Peregrina en busca de un vaso lleno
y de un vacío que se pierde en el camino.
Absolutamente brutal
las entrañas que gritan,
cuando los oídos son sordos y mudos.
A dos palmos de la mano,
a dos palmos del cielo…
pero siempre a dos palmos.
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