Sentía frio
de tiempo,
de espacio
vacío
y recuerdos
pesados.
Frio de
nostalgia
que congela
y envenena
el correr de
la sangre.
Frio de
abrazos perdidos,
de miradas
que traspasan
y domingos
de juegos.
Me abracé al
recuerdo más cálido,
al que
siempre conforta
y me calenté
las ganas de seguir viviendo.
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