Se me quedó enquistada una primavera
en el vientre y en las caderas.
Los otoños huelen a leña
que arde en la cuenca de los ojos
y el invierno de tus manos
se fue derritiendo cuando
el verano de mis labios rozo piel.
Te pongo una flor blanca
en la solapa de la tarde.
Si la noche viene pronto
prometo regalarte un amanecer.
Promesas con sabor a vida.
en el vientre y en las caderas.
Los otoños huelen a leña
que arde en la cuenca de los ojos
y el invierno de tus manos
se fue derritiendo cuando
el verano de mis labios rozo piel.
Te pongo una flor blanca
en la solapa de la tarde.
Si la noche viene pronto
prometo regalarte un amanecer.
Promesas con sabor a vida.
Bonita promesa la que deja tu protagonista en tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo.