El día se apaga. Los arreboles de la tarde van dejado paso, poco a poco, al azabache con perlas de nácar.
Los susurros se vuelven sonido pleno por derecho propio, y la luz de las farolas, nos invita a un espectáculo de luces y sombras. La noche extiende su manto, arropando cada rincón que se va encogiendo ante el frío nocturno.
Gotitas de luz inundan la bóveda celeste y una luna de plata, se muestra orgullosa en un cielo que se pintó para ella.
Se enciende la noche y los comercios del barrio van cerrando sus puertas. Mientras, al amparo nocturno, los últimos rezagados del día, caminan cansados por las callejuelas en dirección a sus hogares o a los locales nocturnos.
Amanece la noche.
Gotas de nácar
sobre fondo azabache.
Noche invernal
Los susurros se vuelven sonido pleno por derecho propio, y la luz de las farolas, nos invita a un espectáculo de luces y sombras. La noche extiende su manto, arropando cada rincón que se va encogiendo ante el frío nocturno.
Gotitas de luz inundan la bóveda celeste y una luna de plata, se muestra orgullosa en un cielo que se pintó para ella.
Se enciende la noche y los comercios del barrio van cerrando sus puertas. Mientras, al amparo nocturno, los últimos rezagados del día, caminan cansados por las callejuelas en dirección a sus hogares o a los locales nocturnos.
Amanece la noche.
Gotas de nácar
sobre fondo azabache.
Noche invernal
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