Mala hierba que crece
en el campo sembrado de palabras rotas.
Parcheamos las grietas.
Vamos acallando los gritos,
encumbrando las miserias del tedio general.
Si tu voz enmudece
sobrevuela un redoble de sabiondos
que nada saben y todo cuentan.
Agonía de latidos toscos
golpeando al compás de un monótono repiqueteo.
Y la bailarina de raso
y seda
nos deleita con una
danza que nos obnubila
y nos deja en estado de
letargo.
Agradecimientos vacíos a seres huecos
por hechos que no valen ni las migajas
del tiempo perdido en escuchar sus bagatelas.
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