Fui miel en la mañana, sendero de luz clara,
universo de cielo, llevaba paz mi cara.
Estuve siempre fuerte, me mantuve serena,
razonable y apacible,
de razón iba llena.
Zozobró un día mi alma, caí en una condena,
aparté la cordura, me colgué una cadena.
Vivía sin sentido, viendo pasar las horas,
infringiendo la norma, sin mirar las auroras.
Tras una vital lucha, lo que yo más odiara,
amaneció el sentido, la locura ya ajena,
letanías que escribo, me encontré sin demoras.
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