Chapotear en los
charcos del alma,
que se formaron a
partir
de gotas de esencia de
sueños nonatos.
Combatir contra
gigantes marmóreos
con lanzas de pluma y
tinta.
Contra tus piedras,
mis dardos de palabras.
Y un día comprendí que
de espejismos
también se puede
vivir.
Que en un desierto de
días polvorientos
las imágenes
fantasmales de posibles,
pueden servir de
pañuelo y colchón.
Y seguir creyendo que
detrás de la próxima duna
está el oasis de
sueños alcanzados.
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