Conforme la tarde fue abriéndose en ramas
el día se transformó en árbol.
Y yo dejo
suspiros,
caricias,
sueños,
palabras
y gotas de vida
en cada hoja que brota nueva.
Huele a hierba nueva
la comisura de este verso,
aunque la simiente tiene años.
Desgrano en palabras
los poemas que nunca escribí,
para no perder su esencia
y la necesidad de ser escritos.
Algunos nunca verán los ojos de nadie
pues me los quedo en el rincón
de los secretos no dichos,
de las palabras impronunciables,
los silencios con vida propia.
Y la tarde se fue abriendo en ramas, que echaron raíces en
las palabras nonatas.
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