Apagados los versos,
se encendieron los abismos.
Tras cada palabra
no escrita,
no pronunciada;
la oscura bilis
del estómago del alma,
invadió todos los sentidos.
Ahogó el sonido,
arrugó la caricia,
cubrió de niebla los ojos,
atrofió los olores
y amargó los besos.
La doblez de las formas
se deshicieron,
dando paso a un plano
aplanado y pusilánime.
La forma, otrora deformada,
se volvió simple y perfilada.
Perfecta de forma
y vacía de fondo.
Apagados los versos……………….
apagada la vida.
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