Hoy tengo que hablarte claro:
deja la autocompasión,
no sirve ni para limpiarte las heridas.
No eres ni tan poco como crees,
ni tanto como quieres que crean.
En esencia no eres más que huesos
con perfume de caricias.
Sabes que puedes despegar,
y encumbrarte,
y regalarte una caricia
y un abrazo con carmín de sueños.
Y aunque en esencia sólo seas piel,
esta se escribe con tus triunfos,
tus miedos y también autorreproches.
Deja de arañar con los alfileres
que te lanzas cuando caes.
Tienes alma de poeta,
y sonrisa de niña cuando miras
con los ojos precisos para ver
más allá de paredes que levantamos.
En esencia no eres más que el aire
que respiras y que te respiran
aquellos que te orbitan.
En esencia eres la esencia de un poeta que se derrama y despliega
para llegar a los rincones de los que quieren conocer y sentir tu esencia, aunque
todo esto se lo diga al espejo.
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