Me confunde la funda
en que te enfundaste,
esa que no me deja ver
más que una visión sesgada de ti.
Esa cadencia de palabras
disolutas y vacías
con las que regalas
a oídos que no oyen,
a personas que no te ven.
Te vendiste por un par de abrazos
y dos o tres apretones de mano
con mirada de sonrisa.
Te dejaste llevar por apenas
unas migajas de saludos…
me confundes.
Y ahora, frente al espejo,
te repito que me confunde
la manera que tienes de vestirte
con una piel que no siente,
con unos zapatos que no corren
y con un carmín que dibuja sonrisas.
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