Cuando se apagan las luces
y el azabache envuelve la vida,
yo rebusco en el bolsillo
pedacitos de caricias.
Los junto en una bolita
y me hago una infusión
que después bebo
sorbo a sorbo
y verso a verso.
Me transformo en pluma,
y derramo sobre el papel
sentimientos y latidos
que mantengo aletargados,
esperando una vez más
a que llegue:
el manto azabache,
la infusión de caricias
y el verso derramado.
Preciosos versos y muy tiernos.
ResponderEliminarUn saludo.