Y sostuve la mirada a la vida
en un acto estúpido
de autoafirmación insignificante,
sin más sentido que el de creer
mis propias mentiras.
Reté al tiempo
a un combate de fuerza,
sin pensar que el tiempo
es el dueño de mi fuerza.
Una nunca se acostumbra
a las tonterías que se pueden
llegar a hacer en nombre
de no sé qué ideología personal.
El ser humano es el único animal
capaz de creerse dos
veces
la misma mentira,
siempre que esta
sea un regalo para el odio.
¡Vanidad, de vanidades!
Ahora, acomodo mi cabeza
en tu regazo, esperando
calmar así este desasosiego
que me causa mí no aceptación.
Me relajo y dejo los sentidos
a flor de piel,
percibiendo todos los estímulos
que me son gratos e
importantes.
Sshhh¡¡¡( Silencio).
Silencio, sí...
ResponderEliminarUn saludo.