Enmarañados los días
y la realidad que habita en ellos.
La efímera existencia
nos cuenta un cuento de
latidos cortos y densos,
que nos resistimos a aceptar.
Anclados,
enraizados a unos parámetros
que nos son impuestos
por un mundo que apenas
si pudimos elegir.
Desconfiamos,
pero invitamos a una sonrisa
forzada para apaciguar
la no aceptación.
La supervivencia al servicio
de un vacío pintado de rosa y purpurina.
Me recluyo en el rincón
que cubrí y adorné
con las palabras y los sonidos,
me arropo con ello,
y una vez más
espero a que pase la tormenta
de vacíos orondos.
La imagen es de mi cosecha.
¡Ay esos cuentos que conducen a vacíos...!, como señala tu protagonista.
ResponderEliminarUn saludo y feliz martes poeta.
Así es. Muchas gracias, un saludo y feliz día¡¡¡
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