En el momento último
en que la fresa de la risa
estallo en mis oídos,
la vida se volvió desayuno
con mermelada y pan.
A la existencia hay
que ponerle ganas,
si no el tiempo te engulle
y se lleva minutos preciosos
que no se recuperan.
Los zapatos rotos atesoran miles de bailes,
y el brillo en los ojos se volvió astro.
Una sortija de caricias en los dedos
y un “buenos días” con cobertura de frambuesa
en los labios que se despiertan.
Así la poesía se escribe en malva y cielo
con aroma de rosas y risas.
Un verso y un beso,
un poema con abrazo,
un chispa en los ojos
y el tiempo se rinde a tus pies.
Café con dos terrones ironía,
amargan el paladar.
Mejor dos cucharaditas
de azúcar moreno con esencia de cariño.
¡Buenos días, empieza la vida!
Así deberían ser siempre los "buenos días..."
ResponderEliminarUn abrazo.