Transporta el viento
aromas que nunca pude retener.
La brisa juega con los alfileres
que se quedaron clavados
en mis dedos, una mañana
en que quise prenderme a la vida.
Los almendros ya no tienen flor,
y “Eloísa ya no está debajo”.
Todo es igual y distinto que antes
de saberme.
Tuve conciencia de mí cuando
dejé de ser rayito de sol que despunta.
La pequeñez en la mirada se enquisto,
y ya nada deslumbra a mi alma.
En un espacio entre una hora y una vida,
sólo caben algunos murciélagos chupasangre
y dos o tres luciérnagas salvavidas .
¡El reparto es harto difícil!
Sigo buscando un hueco
por el que dejar pasar(me).
Si me dejas, te enseñaré a ver(me).
Seguro que tu protagonista conseguirá ese hueco para pasar.
ResponderEliminarUn abrazo.