Con la vida en las sienes,
y un grito en las manos.
Sollozar para expulsar
una cascada de líquido negro.
En la mariposa de cien colores
deposité una lágrima blanca.
Dónde la lleve, ni lo sé ni me importa.
Quiero extenderme sobre la esencia
de la existencia de un quejido.
No me basta con saber,
necesito sentir, y palpar y oler.
Las oscuras
golondrinas que vuelven,
traen vuelos de otros lares,
y depositan una vez más en sus nidos
sus cuerpos cansados.
La vida que va y viene
en ese fluir constante de
hacer lo mismo para cambiar,
y renacer siempre que te clavan
una daga en el corazón y en el alma.
Acabar para empezar,
empezar para seguir y saber que caminar es siempre algo nuevo.
Ese vuelo de las golondrinas que tan bien describió "el poeta" y que ahora dejas en tus versos con una nueva ilusión en este domingo...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.