Trasnochados días,
estos que acaparo y no comprendo.
El baúl de porcelana se quebró
cuando la cerradura golpeó al soltar,
después de querer abrir.
La porcelana no es buena para guardar.
La fragilidad no protege en demasía.
Construí una casa de papel,
donde guardé mi baúl de porcelana,
y una caja de cristal transparente.
El colchón lo fabriqué con sueños
y la almohada de nubes.
Efímeras posesiones,
que se quiebran al primer golpe.
Tengo un corazón de concha marina,
y una sonrisa de purpurina.
A los arrebato hay que ponerles alas.
Si no la fragilidad que me rodea
romperá también el ímpetu.
Sólo me quedan fuertes las ganas,
alguna crisálida y todos los abrazos
que necesito dar.
Me crezco en la fragilidad de estos días,
esperando una mañana repleta
de pedazos de madera y
flores de terciopelo con perfume de vida nueva.
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