Y aprendí a vivir con lo puesto,
con lo que viene de fábrica.
Sin extras, sin ayudas.
Aprendí que llorar no es una opción,
es una necesidad para el alma,
y para los ojos, y para el desahogo.
Que uno más uno, muchas veces no son 2
son menos 2 , son menos que 2.
Que levantarse después del golpe,
está directamente relacionado
con las ganas que tienes de seguir.
Que ahuyentar el miedo es casi una constante.
Que por más que pongas el reloj en hora,
siempre atrasa o adelanta.
Que soñar despierta, también es sueño.
Pero también aprendí
a quererme,
a soportar los quebrantos del corazón
y hacerles quiebros,
y a mirar en los espejos limpios,
a sonreír cuando llora el alma,
y a llorar contigo.
Aprendí que cuando escribo
me derramo y me acomodo al papel,
y me adapto y me libera los fantasmas.
Aprendí a aprenderme,
a conocerme,
aceptarme,
soportarme,
y sobre todo valorarme.
La vida nos va enseñando todo eso que dices en tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
La mejor maestra, la vida¡¡¡ Un abrazo, y gracias por estar siempre ahí¡¡¡ Un saludo.
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