Y tomé lo cotidiano
y lo metí doblado
en un atrapasueños.
Intentando así transformar
la rutina en pan de oro
y migas de fantasía.
Los posos sobre el mantel
dibujan una caída de tarde,
y un ocaso que no se acaba.
La silla se quedó entre la pata de la mesa
y la zapatilla que callo de mi pie.
Los ojos miran sin ver
a un lejano momento
que no está en el calendario.
Me limito a buscar en el cajón
los pedacitos de sonrisas oníricas,
que no sé si guarde en un momento
de arrebato lunar, en un día sin nubes.
En la ventana una mariposa blanca
deja una estela con aroma a café,
y el atrapasueños se
bambolea
dejando al descubierto
un puñado de paquetitos
doblamos y listos para abrir.
Muchas veces hacemos lo mismo de una manera instintiva y otras para huir de la tristeza y los recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
Muchas gracias¡¡ Lo mismo te deseo¡¡ Saludos.
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